Ya es oficial. A partir del próximo 1 de junio todas las viviendas que vayan a ser vendidas o alquiladas –con un contrato de duración superior a cuatro meses- deberán presentar el Certificado de Eficiencia Energética, tal y como establece el nuevo Real Decreto que ha sido aprobado y que completa la Directiva Europea de 2002 –que ya se aplicaba en el caso de los edificios de nueva construcción-.
Un certificado con el que se calificará a las viviendas con un código de letras y colores similar al que se emplea, por ejemplo, en el caso de los electrodomésticos, y servirá para diferenciar las que son más eficientes desde el punto de vista energético de las que no lo son.
Igualmente destaca que, junto a este etiquetado, el certificado deberá completarse con información objetiva –que proporcionarán los técnicos que realicen la calificación- sobre las características energéticas de los inmuebles, así como las posibles mejoras que se puedan realizar para mejorar el nivel de eficiencia –y que es probable que aludan a diversos tipos de soluciones domóticas que, además, favorecerán el ahorro económico-.
No obstante, antes de la aparición del Certificado de Eficiencia Energética, ya existían diversos documentos oficiales, tanto nacionales como internacionales, que resultan muy útiles para poder hacerse una idea de la sostenibilidad real de las edificaciones:
- Passivhaus: Es, probablemente, uno de los estándares más reconocidos en el ámbito internacional. Se creó en Alemania a finales de los años 80 del siglo pasado y se acabó creando un instituto para promocionarlo por todo el mundo. La idea que exponen es que las “casas pasivas” pueden llegar a ahorrar hasta un 90% de la energía que se invierte en la climatización de la viviendas, gracias a medidas como, por ejemplo, un aislamiento efectivo, una mejora de los sistemas de iluminación –donde predomine la iluminación natural que se obtenga de una buena orientación de la vivienda- o un control automatizado e inteligente de diversos sistemas.
- Certificación verde: Se trata de un sello que otorga el Green Building Council España (GBCe), una asociación sin ánimo de lucro que se centra en analizar las edificaciones y los impactos medioambientales que se ocasionan. Si bien reconocen desde el GBCe que la construcción sostenible puede resultar más cara a priori, los beneficios económicos y energéticos a medio y largo plazo garantizan su rentabilidad.
- LEED: Con este certificado, diseñado en EEUU, se tienen en cuenta seis criterios para evaluar la eficiencia de un edificio: la innovación y el proceso de diseño, los materiales y recursos empleados en su construcción, la calidad del ambiente interior, la eficiencia en el uso del agua, la sostenibilidad y la energía –el aspecto que más puntúa- y el impacto atmosférico. De hecho, el certificado LEED constata que cualquier edificio puede reducir entre el 30% y el 50% el consumo de agua y entre el 30% y el 70% la energía que emplea.
- BREEAM: Es un sistema procedente del Reino Unido que tiene en cuenta 10 categorías para analizar la sostenibilidad de cualquier edificación (energía, materiales, gestión, agua, residuos, uso ecológico del suelo, salud y bienestar, transporte y contaminación e innovación). Según sus responsables, su aplicación puede llegar a garantizar un ahorro del 40% en el gasto de agua y entre un 50% y un 70% en energía.
Foto: Domonova